El cambio de profundidad fue sorpresivo, no lo esperaba, un cambio brusco de temperatura, me lo anunció pero no entendí el lenguaje del agua. La oscuridad se hizo presente y me detuve.
No controlaba mis emociones y no debía dejar que el pánico me invadiera.
Continué el camino, y todo se puso más luminoso, el fondo marino apareció ante mí.
Me sentí como se deben sentir los pájaros en el aire, había abandonado el barranco y sobrevolaba un luminoso valle.
Me detuve nuevamente, sencillamente estaba emocionado.
Sobrevolar el abismo es mágico y aleccionador, posiblemente también sea adictivo
1 comentario:
y si.. siempre el abismo es adictivo.. la adrenalina te empuja hacia él.
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