Desde hacía ya un tiempo G escribía como escritor negro, la columna de su amigo Dirik, resulta que a este simpático alemán le habían encargado un trabajo de investigación sobre las páginas webs de encuentros personales, en realidad el diario quería una investigación sobre las nuevas costumbres sociales .La nota debía servir de lanzadera de un sitio web que el diario quería colocar en el mercado. La cuestión es que a Dirik no le venía bien hacer el trabajo y terminó pidiéndole a su amigo G que lo realizara.
Como suele ocurrir en estos casos todo comenzó con un favor y terminó con un problema, del estudio se derivó a una columna semanal donde se contaban casos que se habían ido levantado durante la investigación y de ahí se pasó a un blog que se actualizaba dos veces por semana.
A G el tema le divertía así que se las arregló para compaginar el resto de su trabajo para poder participar de este proyecto, al bautizaron Zona G. En este espacio básicamente se relataban distintas historias de las personas que G había ido conociendo durante la investigación, y aparte se había convertido en algo así como una guía de las relaciones virtuales. El diario cambio de manos y a los nuevos dueños más conservadores ese espacio no le pareció coherente con su línea editorial.
Así fue como el espacio fue suprimido de manera abrupta y G volvió a su trabajo habitual. De esa época G conserva una inquebrantable amistad con Dirik, su la relación con María y una buena cantidad de historias hermosas que decidió guardar para contar en un mejor momento.
Su poetiza descubrió uno de los textos, y lo publicó en su blog, rescató tan solo un par de frases y le pidió que las leyera, al principio no las reconoció luego se dio cuenta que eran de él, y sonrió sorprendido. Ella tenía esa rara habilidad para rescatar de trozos de sus escritos y exponérselos a modo de mensajes cifrados. Tal vez había llegado el momento de desenterrar esas historias, de contarlas, posiblemente había dado con la cómplice perfecta. Tenía muchas ganas de dejarse guiar por su mano experta, de reeditar la zona G.
viernes, 16 de abril de 2010
viernes, 2 de abril de 2010
Egoismo
Gregorio, odiaba hacer planes prefería la ausencia de proyectos, hacía planificaciones cortas de algunos días, semanas o meses, nada de años.
Suponía que si la vida cambiaba de golpe, esa forma de pensar le daría más ventajas que si quedaba atrapado en un esquema rígido.
Eso tenía su lado bueno y su lado malo
El bueno era que siempre estaba dispuesto al cambio, a la novedad, a la búsqueda, el malo la estabilidad, mejor dicho la ausencia de ella.
Lo único que había podido mantener estable a lo largo de su vida había sido su profesión y su trabajo, el resto cada tanto cambiaba de manera casi radical.
Por eso esta nueva situación lo tenía algo desconcertado, aunque fiel a su estilo, como no sabía cuanto duraría tampoco había motivo para preocuparse demasiado.
De esa manera la sonrisa le resultaba más sencilla.
Su poetiza era muy diferente a él, asociaba de manera fundamental elementos que él podía disociar sin ningún tipo de conflicto. Por ejemplo el sexo y el amor.
Para Gregorio eran elementos independientes, podía tener sexo sin amor, o con el, obviamente lo satisfacía más lo segundo, pero nunca había considerado una razón determinante a la hora de tener sexo. Lo consideraba un juego un juego divertido y vital donde nadie salía perdiendo si no en el que todos ganaban.
Ella en cambio no concebía una cosa sin la otra, lo cual según la mirada de Gregorio era una postura algo infantil que limitaba bastante sus opciones de placer carnal.
Ella en cambio se consideraba una sibarita de las relaciones afectivas y no concebía más entrega que la entrega total. Él se alimentaba de esa pasión al leer cada uno de sus versos…..
.. pero nunca en la piel
tengo zonas urgentes y zonas remolonas.
caricias sin fecha de vencimiento.
la boca fresca de viento.
el dulce jugo de mis pliegues.
pequeños bracitos de ríos de humedad.
sí.
humedad.
saliva y humedad.
que extraño el modo de tocarme al que me hiciste adicta.
que desde que oscureció estoy maullando sola,
las uñas dibujando mil rutas de escalofríos
del pubis a los senos,
como tus dientes antes de esta lejanía momentánea..
…..pero también tenía en claro que nunca podría sostener esta relación así sin cuerpo real que se hiciera cargo de tanta energía.
María disfrutaba de las mieles de esa pasión, G sabía que era injusto para ambas pero así estaban dadas las cosas y no pensaba renunciar a nada.
Suponía que si la vida cambiaba de golpe, esa forma de pensar le daría más ventajas que si quedaba atrapado en un esquema rígido.
Eso tenía su lado bueno y su lado malo
El bueno era que siempre estaba dispuesto al cambio, a la novedad, a la búsqueda, el malo la estabilidad, mejor dicho la ausencia de ella.
Lo único que había podido mantener estable a lo largo de su vida había sido su profesión y su trabajo, el resto cada tanto cambiaba de manera casi radical.
Por eso esta nueva situación lo tenía algo desconcertado, aunque fiel a su estilo, como no sabía cuanto duraría tampoco había motivo para preocuparse demasiado.
De esa manera la sonrisa le resultaba más sencilla.
Su poetiza era muy diferente a él, asociaba de manera fundamental elementos que él podía disociar sin ningún tipo de conflicto. Por ejemplo el sexo y el amor.
Para Gregorio eran elementos independientes, podía tener sexo sin amor, o con el, obviamente lo satisfacía más lo segundo, pero nunca había considerado una razón determinante a la hora de tener sexo. Lo consideraba un juego un juego divertido y vital donde nadie salía perdiendo si no en el que todos ganaban.
Ella en cambio no concebía una cosa sin la otra, lo cual según la mirada de Gregorio era una postura algo infantil que limitaba bastante sus opciones de placer carnal.
Ella en cambio se consideraba una sibarita de las relaciones afectivas y no concebía más entrega que la entrega total. Él se alimentaba de esa pasión al leer cada uno de sus versos…..
.. pero nunca en la piel
tengo zonas urgentes y zonas remolonas.
caricias sin fecha de vencimiento.
la boca fresca de viento.
el dulce jugo de mis pliegues.
pequeños bracitos de ríos de humedad.
sí.
humedad.
saliva y humedad.
que extraño el modo de tocarme al que me hiciste adicta.
que desde que oscureció estoy maullando sola,
las uñas dibujando mil rutas de escalofríos
del pubis a los senos,
como tus dientes antes de esta lejanía momentánea..
…..pero también tenía en claro que nunca podría sostener esta relación así sin cuerpo real que se hiciera cargo de tanta energía.
María disfrutaba de las mieles de esa pasión, G sabía que era injusto para ambas pero así estaban dadas las cosas y no pensaba renunciar a nada.
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